sábado, 18 de enero de 2014

El aburrimiento del expresidente


Tan aburridos estamos que cualquier día los aburridos saldrán  
a la calle a levantar los adoquines de obras innecesarias. 
Y ese día no nos vamos a aburrir.


FELIPE González se aburre. El señor expresidente va a dejar su puesto en el consejo de administración de Gas Natural. Ha dicho que lo hace "no porque haya incompatibilidades, sino porque es muy aburrido". 

Se aburre el señor expresidente. Y estamos todos desolados. Y todos entendemos que, efectivamente, deben ser muy aburridas tantas horas calentando sillón, castigando hemorroides, escuchando informes abstrusos sobre costes y beneficios escondidos en el recibo de la luz a cambio de apenas 130.000 euros de nada. Qué mal se paga el aburrimiento.

Ya se sabe que mal de muchos, epidemia. Pero quizá le consuele al señor expresidente saber que hay muchos españoles tan aburridos como él. Creo que incluso más. Y la mayor parte, además, se aburren gratis. 

Hay unos cuantos millones que leen el periódico de ayer en la cola del paro y ya no pueden soportar el aburrimiento de tanto mensaje de esperanza que se contradice con lo que ellos están sufriendo a diario. Empiezan a sospechar que todos los datos positivos de la macroeconomía no van con lo suyo, que cuando encuentren algo será con un contrato precario, un sueldo ínfimo y unas condiciones de vasallo medieval. Y, claro, se aburren.

Hay varios millones más que ya no saben cómo mantener con vida sus comercios o esas pequeñas empresas que son las que sostienen la economía real y para las que sigue cerrado el crédito, mortecino el consumo y congeladas las salidas.

Hay otros tantos que no acaban de entender por qué no avanzan las medidas de ejemplaridad que ajusten a lo razonable los privilegios políticos, que metan en cintura a los poderes económicos que causaron esta catástrofe, que generen tejido democrático entre los ciudadanos, que busquen esas cuotas de igualdad social tan laboriosamente ganadas a base de sacrificio, reivindicación y tiempo. 

Hay muchos que están ya hartos de los que manejan como un cortijo particular el poder y usan  presupuestos y ordenanzas como su caja de galletas con la que premiar a los fieles y castigar a los críticos. Que ya no soportan más a tanto falsario trincón parapetado tras un puesto electo, a tanto hipócrita vestido de Armani, a tanto mangante escoltado por ejércitos de abogados y a tanto déspota amparado por el Boletín Oficial.

Y puede ocurrir, señor expresidente, que con tanto aburrimiento, cualquier día la caldera social estalle. Y salgan calientes los aburridos a la calle a levantar los adoquines de obras innecesarias. Y ese día, mi querido expresidente, no nos vamos a aburrir.

Fronterizos. Diario de León (17, enero, 2014)

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