martes, 22 de octubre de 2013

Un tipo honrado

El atracador profesional Sutton decía que 
los propietarios de bancos pertenecen a 
ese grupo de seres a los que se puede robar 
sin remordimiento alguno



ES mayor delito fundar un banco que robarlo. Yo no sé si William Sutton llegó a conocer esta frase, atribuida a Bertold Bretch. Ni siquiera sé si conocía la obra del maestro alemán, aunque buena parte de la leyenda como atracador de Willie Sutton surgió de su maestría, tan teatral, para el disfraz. 

Es más, hasta hace un par de días ni siquiera conocía la existencia de este ladrón de bancos norteamericano que, aunque nunca alcanzó la estela legendaria de otros bandidos que contaron con la proyección del cine, actuó con gran provecho en su oficio durante la época de la Gran Depresión. 

Se calcula que entre los primeros años veinte y su detención definitiva a principios de los cincuenta atracó un centenar de bancos y se hizo con un capital de unos dos millones de dólares, una cifra modesta para la delincuencia actual pero de importancia para la época.

Pasó la mitad de su vida en la cárcel, después de protagonizar algunas fugas espectaculares. Cuando lo indultaron, a finales de los sesenta, era un viejo enfermo e inofensivo que había pasado a la historia por una frase que probablemente nunca pronunció. 

Se cuenta que cuando un reportero le preguntó porqué robaba bancos, supuestamente Sutton contestó: “porque es ahí donde está el dinero”. Al parecer, la lógica aplastante de la apócrifa respuesta dio nombre a la llamada “ley de Sutton”, que viene a decir que, a la hora de hacer un diagnóstico, primero debe considerarse lo obvio.

La modestia de su carrera llegó al extremo de que cuando el FBI abrió la lista de los diez enemigos públicos más buscados, Sutton, injustamente, quedó en el puesto once. Solía usar para sus atracos una metralleta Stein a la que nunca le puso balas, por temor a herir a alguien. El arma, decía, la usaba porque “solo con encanto y simpatía no se roba un banco”.

Su detención, en 1952, estuvo rodeada de oscuras circunstancias. El modesto dependiente de comercio que lo reconoció y denunció recibió poco después cuatro balazos en el portal de su casa. Aunque se intentó cargar el crimen al encarcelado Sutton, nadie en Brooklyn se creyó esa historia.

El guionista Luis Calvo, que lo conoció en la cárcel, ha escrito que, en opinión de Willie, “todos los propietarios y gestores de bancos pertenecen a ese grupo de despreciables seres humanos a los que se puede robar sin remordimiento alguno ya que ellos roban a todo el mundo”. 

Era la opinión de un profesional del atraco emitida antes de morir, en 1980, sin llegar a conocer los escándalos en la gestión de nuestras cajas y las sustanciosas indemnizaciones a los directivos que las han llevado al rescate con pasta de todos los ciudadanos. Lástima: Sutton fue un tipo honrado en su oficio que no llegó a conocer a sus colegas españoles.

Fronterizos. Diario de León (4-noviembre-2011)

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