sábado, 20 de abril de 2013

Precaución, críticos sueltos


El Roto: un editorial en una viñeta


SE lo dijo la empleada de una oficina pública al cliente que esperaba el cobro de un giro: “el sistema no funciona”. El usuario se quedó sin recibir su dinero y la funcionaria definió con precisión la situación realmente existente. Ella no lo sabe, pero se ha contagiado de la crítica.

Deberían colocar un cartel de advertencia a la entrada de Ciudad del Puente: "Precaución, críticos sueltos". Es que es salir a tomar el primer sol de primavera por la calle y se pone uno perdido de críticos.

Anduvieron por aquí los críticos literarios, gentes de práctica en el buen comer y en el mucho teorizar, con ligera tendencia a las redondeces corporales, propias de las muchas horas de sillón en un oficio que imagina uno como el de la absoluta felicidad, en el que te pagan por leer. Pero, claro, tendrá también sus cosas. Como esa de ponerse a dar premios, de mucho prestigio, al parecer, pero sin estipendio.

Y se lo dan al hijo del panadero por un libro que aúna ética y verdad, que empuja a la sublevación civil, formal y estética. Se lo dan a un crítico, que anda por ahí repitiendo que “todo premio forma parte de un error”.

Benditos errores, piensa uno, mientras se le aparece otro poeta. También de Villafranca, vaya por Dios. A Ramón González Alegre lo teníamos por un diletante de interior, más bien tirando a carcunda y vaticanista. Y ha resultado ser otro esplendoroso crítico, prisionero en un tiempo y un país raquítico como el paisanaje de la Somoza berciana que retrató en un cuaderno de viajes ahora felizmente recuperado.

Había en el Bierzo de los sesenta más Urdes. No solo la Cabrera de Carnicer. Y RGA escribió sobre una de ellas, ignorada a apenas una docena de kilómetros de la villa natal de ambos. Escribió con la voz de un creyente, no de un crédulo. Con la voz de un letraherido, crítico e independiente, dos valores en desuso en la España franquista. En cambio, en la España actual… ¡Caramba, qué coincidencia!

Pero hay más críticos en Ciudad del Puente. Están los críticos de las esencias que guardan en un cajón la orden divina que les obliga a velar por la pureza de una tierra afortunadamente impura.

Están los del carbón, que da la impresión de que se van apagando con la thatcherización del gobierno.

Están los de la pequeña empresa, que almacenan deudas con la misma paciencia con la que antes acumulaban pedidos.

Y están los críticos de la política, que acaban tan empeñados en sus cosas de crítico que llegan a olvidar lo crítico que se está poniendo el asunto.

Tal vez pensaba en ellos el hijo del panadero cuando nos advertía que "las palabras de la tribu han sido rociadas con el insecticida de la demagogia que oculta el saqueo a las clases humildes".

Qué cosas dicen estos críticos.

Fronterizos. Diario de León (19-abril-2013)

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